Hace un par de años un buen amigo, me dijo que necesitaba encontrar mis raíces. Lo que se suele nombrar en este mundo del desarrollo interior como Enraizarse. Necesitaba enraizarme.
En aquel momento no lo entendí e incluso tuve la típica reacción, bueno sí claro, enraizarse seguro! Me lo tomé como si el hecho de echar raíces en algún lugar, fuera a impedirme seguir en la búsqueda de Libertad que creía era lo más importante para mi en ese momento de mi vida, como si la Libertad fuera algo que encontrar.
Él tenía razón o mejor dicho, él intuía que necesitaba encontrar mi lugar. El lugar donde anclarme y desde allí poder volar.
En el mes de Mayo una sensación empezó a surgir dentro de mi corazón, sentí unas intensas ganas de irme de vacaciones a mi pueblo. Mi pueblo es el pueblo de mi padre, La Magdalena (León). En casa de mi abuela he pasado todos los meses de agosto de mi infancia y principio de mi adolescencia. El primer lugar donde tengo recuerdo de sentir ese sentimiento de libertad que me he pasado años buscando. Así que allí me fui las dos primeras semanas de agosto.
Esas dos semanas me han devuelto una sensación que no he encontrado en otro lugar, esto se debe en gran parte al hecho de hacer las paces con una parte de mi pasado. Cuando me fui de León hace 25 años una parte de mi salió huyendo o así lo sentí en aquel momento, generé cierta resistencia a volver y ya sé sabe que lo que resiste….persiste. Este verano he aprendido que perdonar y perdonarse es la clave en el camino de encontrar esa ansiada paz interna que te conecta con tu libertad.
Estos últimos dos años he viajado por diferentes países y he realizado diferentes retiros buscando algo que siempre había estado dentro. Este verano he comprendido que saber donde están tus raíces te da la libertad para volar, que no es sinónimo de quedarse allí plantado y tampoco es incompatible con sentirse ciudadan@ del mundo.
La libertad, cuando empieza a echar raíces, es una planta de rápido crecimiento. George Washington